Don Carlos y Don Raúl

Los primeros sorprendidos fuimos nosotros. Sin buscarlo demasiado, un amigo casi hermano nos pasó el contacto de Carlos, quien nos inició y nos terminó de convencer de la decisión del vehículo para el viaje. Sin querer, estaba empezando a participar en esta aventura. Fuimos a conocerlo con mil preguntas prácticas; el nos abrió las puertas de su casa, compartió su experiencia, nos ayudó a organizarnos y lo más importante: nos dio de comer las milanesas más ricas del mundo hechas por Ana, su mujer. Nos regaló de todo, dio vuelta su taller-garage para buscarnos cosas que nos pudieran servir, y hasta nos presentó a un grupo de gente alegre y abierta a quienes llenamos de preguntas. Demás está decir que ese día terminamos agotados. Demasiada información, ansiedad, carburación de cabeza y muchas preguntas que surgieron cuando ya nos habíamos ido, obviamente.

Entre esos entusiastas de las kombis y westys, estaba Raúl, a quien nos dirigimos caraduramente para preguntarle de su viaje relámpago a Alaska en 6 meses con su mujer. Cuando nos dijo: «Va a haber mucha gente que les tira el proyecto abajo o que les dice que no se vayan, sobre todo a último momento: No les den bolilla. Van a ver que a la vuelta todo se acomoda, yo a los 58 años volví del viaje y todo se fue dando perfectamente»; fue en ese momento de sinceridad y transparencia con nosotros, recien presentados, que sentimos la confianza de seguir preguntándole y sacándole jugo a sus cuentos y experiencia. Y así termino siendo quien nos presentara a la tercera en discordia, Gardenia.

Una cosa lleva a la otra, dice el dicho. En este caso un Don Carlos nos llevo a un Don Raúl, y así a Gardenia. Y con ellos a esas familias que compartieron charlas, consejos e historias con nosotros. Los Carlitos que nos alimentaron, nos contaron millones de historias y nos buscaron mil y un elementos y personas que nos pudieran ayudar, y los Raulitos que le pusieron toda la dedicación para preparar a Gardenia y dejarla casi 0km, y así poder todos formar parte de este viaje hasta Alaska.

Y no son pocos, mujeres, hijos, amigos, novios, perros varios, abuelas, y cuñadas. Todos ellos nos dieron una mano y son parte del nacimiento de este proyecto.

GRACIAS con mayúscula a todos ellos, un placer conocerlos!

17 comentarios en “Don Carlos y Don Raúl

  1. lamento que al final no tuvimos ese ratito extra para haber hablado otro poco allá en Huanguelén. Mucha suerte y mucha paciencia para las contrariedades que hasta el punto que lleguen está garantizado que va a ser una experiencia extraordinaria para los dos. abrazo grande

    • Si! Una lastima! Se los extrañó y nos quedamos con ganas de charlar mas! Millones de gracias por los mates nuevamente, nos vamos a acordar de ustedes todo el viaje! abrazo!

  2. Queridos Mercedes y Diego:
    Los acompañaremos con nuestras oraciones, y si nos enteramos, también contactos para que conozcan gente valiosa en vuestro camino.
    Un beso a los dos
    Patú

  3. Desde que la flaca me comento de este proyecto tuve ganas de escribirte pero por una cosa u otra no lo hice. Les deseo lo mejor en este gran viaje, la verdad es un proyecto muy copado, te envidio sanamente. Les deseo lo mejor y cuídense mutuamente. Abrazo le

  4. Las personas reciben lo que generan , asi que no hay nada que agradecer, como les dije al conocerlos, ayudarlos, arengarlos, aconsejarlos, es, en buena medida una forma de partir con ustedes, de viajar con ustedes, de llegar con ustedes, disfruten, diviertanse, recuerden que la felicidad es un camino y no un destino, los acompañaremos en su viaje y estaremos atentos,
    no importa las distancias, para apoyarlos.
    Un abrzo enorme
    Carlos Costa

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