Añatuya / Ayuda (parte 2)

Son muchos los voluntarios importados, y entre ellos hay variedad de orígenes: la Hermana Vicentina Rosita (Paraguay), Hnas. Dominicas de la Anunciata Ma. Teresa (España), Hna. Marisol (Chile), y varias joyitas españolas, entre quienes conocimos a Crescencia, Inmaculada y Pilar.

Las Hermanas son un motor silencioso y a la vez impulsor de la Comunidad, las únicas 2 Hermanas Vicentinas que quedan, coordinan el Hogar de Ancianos, la Residencia de chicas Medalla Milagrosa y la Escuela Especial Santa Margarita. Son sólo 2, de las cuales una tiene casi 90 años, y la otra, la Hna. Rosita es como una rueda sinfín que no descansa un minuto entre tantas actividades. El Carisma o lema de la congregación es ser ‘sencillas, humildes y caritativas’, y lo cumple a la perfección, y eso es sólo el principio. Para ella es lo más común del mundo vivir al servicio de los demás, desde los 9 años jugaba con su hermano a que eran ‘el cura y la monjita’. Tan humilde que nos costó que nos contara cosas de sí misma, pero sí mucho de las chicas, que son su debilidad, con quienes comparte todos los días un Rosario y duerme con ellas en la misma residencia.

Las Hnas. Dominicas, Ma. Teresa y Marisol, llevan el Carisma de la Educación y coordinan la parroquia de San José y el Centro de Capacitación para adultos San Francisco Coll. Nos recibieron con una gelatina de naranja bien fría cuando estábamos a punto de derretirnos, nos contaron de todos los cursos disponibles: tejido a máquina, corte y confección, gastronomía, enfermería, atención al adulto mayor, secretariado con informática, artesanía y reciclado, electricidad, etc. Con estas formaciones se logra dar salida laboral a muchos adultos que no terminaron secundaria o no tienen los medios para estudiar. Con mucho esfuerzo, luego de 2 años concretaron el sueño del edificio propio en el terreno lindero donde funcionaba un boliche. Dos sueños en uno: terminar con las noches de insomnio y poder tener un aula para cada taller en vez de estar corriendo maquinas para cada clase. A punto de inaugurarse, con máquinas de tejido, una gran cocina, largas mesas, un patio y hasta un salón de usos múltiples, las Hermanas estaban más que felices.

Las otras joyitas españolas Crescencia, Inmaculada y Pilar, se vinieron a la Argentina movidas por el pedido de Gottau, e impresionadas por la pobreza de la cual él hablaba. Promediando los 25 años dejaron sus trabajos y familias en Catalunya para entregar sus vidas al servicio de los demás del otro lado del charco. Claro está que en ese tiempo el charco se cruzaba en barco, con pocas posibilidades de volver. En pleno Enero, fueron llegando desprevenidas del calor que les esperaba, y con el corazón abierto a colaborar en lo que el Obispo necesitara. Así estas madres del corazón se hicieron cargo de llevar adelante 2 residencias de niñas y nada menos que Cáritas Añatuya. Tres motorcitos en acción que hicieron posible que tantas chicas de familias humildes del monte santiagueño asistan a la escuela viviendo en un ambiente sano y lleno de alegría. Además, en las Residencias se van formando en la vida en comunidad o en familia, que quizás en su casa no llegan a experimentar porque sus padres no están presentes.

El espíritu de la vida entregada de Crescencia está vivo y latente en la comunidad. Todos la quieren y la admiran, y aunque a veces el áspero Alzheimer le quiera hacer olvidar, en Añatuya nadie se olvida. Pareciera que se pausa su alrededor cuando ella camina con su paso lento en el calor asfixiante de la tarde; todos la saludan con muchísimo cariño, y más de uno quisiera llevarla en brazos al ver su fragilidad. Sin conocerla, se nos estruja el corazón al ver el reconocimiento de Cáritas en sus 50 años a esta Gran Mujer que se desvivió por los más pobres durante sus 44 años en la diócesis.

Pudimos experimentar la bondad española de Inmaculada, que nos acogió en una Residencia en la cual vive y maneja hace 14 años. Tuvo la suerte de llegar con Gottau y trabajar junto a él durante cerca de 15 años, y vivió de cerca la transformación de la diócesis. Hace 30 años, con tan sólo 28, en otra residencia, comenzó recibiendo chicas de 17 años que venían a estudiar para Auxiliares de Enfermería y ella era su mamá postiza durante el ciclo escolar (9 meses!), ocupándose de médicos, escuela, higiene, … todo. Después recibía chicas adolescentes que venían a cursar la secundaria, de entre 13 y 18 años, llegando a tener 23 en la Residencia, ella solita. Y aunque es chiquitita, camina rapidísimo, es como un Koh-i-noor, (“poderoso el chiquitín”), con mucha fuerza interior; fruto de una vida en familia donde se vivía una fe profunda, en pleno campo allá por el sur de España. Perdió a su madre a los 5 años, y junto con su papá y sus 4 hermanas rezaban el rosario todos los días. Está abierta a las necesidades de la diócesis, si le piden que se vaya a otro lugar, a hacer otra cosa, “será cuestión de buscar un trabajo de medio día para solventar gastos, y listo.” Eso es confianza ciega en algo o Alguien más allá de nosotros para ofrecer nuestra vida y dejar nuestro ego a un lado (y un poquito de coraje también). Nos quedó en la cabeza una frase que nos dijo muy segura: “Fe y Vida son una sola cosa, sin Fe no hay Vida, se necesita de una para llevar la otra”. Y suena lógico, toda esta fuerza no viene de ella sino de más Arriba.

Otro corazoncito español es el de Pilar, que así como la vemos, alta y muy flaquita, tiene la fuerza de un elefante. Mueve montañas con una sonrisa o un abrazo, llevándote de la mano. Y asi, humildemente lleva adelante la Escuela Sagrada Familia de 300 alumnas, y la Residencia de 40 chicas. Las conoce a todas y todas la adoran. Cuando nos cuenta de aquella época en un castellano mezcla de español con santiagueño, recuerda: “Una amiga se había quedado impresionada con el pedido de Monseñor Gottau, y yo dije: “¿Pues por qué no?” Así de fácil, uno lo dejaría pasar, o se lamentaría por la pobreza de allá lejos; pero ella hizo la valija y se vino sin titubear con 28 años. Y nos cuenta que nunca había pensado en ser misionera o irse a otro lugar, pero que sin duda Dios había preparado su corazón para escuchar ese llamado, y no pudo resistirse. Vino con mucha ilusión, tan feliz con su nueva vida que todo le parecía lindo, disfrutó el viaje en barco, mientras tantos otros rezongaban por ver sólo mar y cielo durante tantos días.  Se trajo consigo su máquina de escribir y de coser, con eso ya podía hacer de todo. Por supuesto que partir no fue fácil, cuando les contó a sus hermanos, sus primeros confidentes en seguida le contestaron: “Pero si a vos te dan miedo todos los bichos!” “Y es verdad, yo era muy miedosa, pero la fuerza era interior, venía de Arriba, era mucho más fuerte de lo que yo creía, había algo en mi interior que me decía: Vamos, Vamos!! Como les pasa a ustedes, que sintieron esa necesidad de salir a buscar testimonios. El Amor es eso, vivir cada momento que tienes que vivir, y darte cuenta de que eres capaz de arrastrar a muchos. Yo fui la primera voluntaria que vine hace 45 años, y no había nadie, ¡y mira cuántos somos ahora!”. A nosotros nos intrigaba, si en todos estos años, había tenido ganas de volverse, o si había dudado de su vocación de entrega, a lo que nos contesta con una carcajada: “No he tenido tiempo! Sinceramente, gracias a Dios, la tarea es tal, que no tienes tiempo”. Pero entonces, ¿De dónde saca la fuerza esta mujer, que es flaquita como un espárrago, tiene 73 años, y unas pilas para correr una maratón aunque sus huesos le recuerden la edad? No lo duda, nos guiña el ojo y dice: “¿Mi fuerza? La oración, La Eucaristía y la Adoración: estar solo con Aquel que amas, ¡Es clave! Si tú no encuentras tiempo exclusivo para tu esposa, tu matrimonio se viene a pique. Claro que ese tiempo exclusivo tienes que buscártelo. Es una mala comparación, pero cuando tienes que ir al baño, tienes que ir al baño! Esté el Obispo o el Papa, tú tienes que ir al baño. Es mi experiencia de años, solos no podemos hacer nada.”  Y de nuevo  nuestras dudas humanas, cómo es la elección de no tener pareja porque a todos nos gusta que nos quieran: “Lo que tiene es que en una vida de entrega, vos querés amarlos a todos, pero tenés una exclusividad que es con tu esposa/o; mi exclusividad me la reservo para el Señor, y a través de El, amo a todos, hasta entregarme totalmente. Todo esto lo he aprendido de mis maestros, siempre les agradezco porque todo esto me ha mantenido firme en mi vocación durante 45 años, y si lo tuviera que volver a elegir, lo haría de nuevo. Porque realmente me hace feliz. La primera vez que volví a España, luego de 5 años, mis amigas pensaban que me encontrarían santificada, y yo estaba tan pero tan alegre! Esa alegría profunda que yo tenía, ellas no la podían tener; de verdad que yo la pobreza la veo allí y no aquí…” Ese desprendimiento total nos impactó y seguimos con nuestras preguntas mundanas, cómo piensa vivir su vejez, cuando ya no se sienta con tantas pilas, cómo se maneja con lo material, para sobrevivir y nos confiesa: “Bueno, hay un planteo muy distinto cuando formas una familia que cuando no la formas; yo, al no tener la ‘obligación’ de proveer para los que vendrán, porque la mía es una opción de Dios totalmente, lo que uno hace es insertarse en la realidad de los que viven en tu medio: yo he trabajado 30 años en la Escuela como profesora así que ahora tengo mi jubilación. Tienes que pensar en no ser una carga para los demás, entonces, con mi humilde jubilación, es suficiente, estoy en la realidad del nivel de la gente que ha trabajado 30 años aquí. Con la jubilación me arreglo mis gastos y lo demás es todo al servicio de los demás.”  Cuesta incorporar ese pensamiento a nuestras cabezas, donde nos imaginamos que con una pensión española viviría mucho mejor; su entrega no tiene límite.

Todas estos testimonios son los que pudimos conocer en 4 días de mucho calor donde la siesta era obligatoria para bajar un poco la temperatura. No llegamos a compartir una charla con Cristina Monros que lleva adelante la Escuela Especial, aunque el destino nos cruzó en cada rincón de Añatuya, y a pesar de que según ella no aplicaba porque ella trabajaba de eso, se nota que lo hace por Amor por lo poco que pudimos charlar. O también la Asociación Civil Haciendo Camino creada por Catalina Hornos, de menos de 30 años, que hace ya más de 6 se involucró en esta realidad y creó programas de padrinos, apoyo psicológico a familias y niños en conjunto con las residencias cubriendo necesidades que estaban en riesgo. También la Fundación Grupo San Felipe, que promueve el desarrollo de los jóvenes a partir de la educación superior y la formación en valores, brindando talleres de formación humana y capacitación, becas, olimpiadas y más.

El Padre Cristian Ducloux, de la orden de don Orione, nos aporta datos con respecto a las donaciones y como las manejan; que gracias al fructífero trabajo de Monseñor Gottau, con la donación de Adveniat, una fundación de católicos alemanes que ayudan a diócesis pobres, y la Fund. Gottau se pudieron comprar vehículos para llegar a las zonas más inhóspitas. Las escuelas son gratuitas, sólo se pide una colaboración a las familias del alumnado, y los sueldos son subvencionados por el gobierno provincial. Las Residencias estudiantiles se sostienen con padrinos particulares y algunas fundaciones que destinan un porcentaje a ello (Grupo San Felipe, Haciendo Camino, Asoc. Santa María Del Cielo, Fund. San Pablo, Fund. Mosoteguy, Fund. Gottau). En total se albergan hoy en día alrededor de 300 chicos entre niños y jóvenes. Los hogares de ancianos y discapacitados se llevan adelante con los aportes de algunas obras sociales, la Fund. Gottau y la Fund. Pérez Companc. A las comunidades religiosas del interior (100 hermanas) se las ayuda gracias a la Fund. alemana Kirche in not, cuyo gran aporte al dividirlo se hace pequeño (50 dólares por hermana mensual). La colecta +x- (Mas por Menos) ayuda en tareas sociales en general, enfermos, inmuebles, escuelas, residencias, etc. Y la pequeña, pero grande a la vez, Fundación Gottau, sale a asistir a todas las obras juntas, paga sueldos para que los chicos tengan quien les cocinen, les enseñen, los cuiden. Como Cristian bien dice, las obras son el esqueleto, todos los que trabajan son la masa corporal, y la Fundación es la sangre que oxigena, ayudando mes a mes a que esta estructura tenga vida, no solo por el aporte económico sino por el aporte humano. Pudimos conocer a Guille González de la Fundación y realmente es gratificante ver como alguien se dignifica y dignifica a otros con su trabajo, procurando cada vez conseguir más donaciones para poder hacer más por Añatuya, metiéndose desde adentro, viviéndolo desde la tierra misma, misionando allí con su familia, poniéndole el pecho a esa realidad con alegría haciendo algo concreto en su medio, siendo herramienta e intermediario entre todos ellos.  Y realmente damos fe que todo aporte llega a destino, hay mucho haciéndose y mucho por hacer; cada vez más.

Y así como ellos hay miles, ésta es solo la ‘punta del iceberg’, en esta cuna de solidarios o “locos lindos” que es Añatuya. Es un nido de gente solidaria. Y seguramente no conocimos ni a la mitad.

Con todo esto compartido, coincidimos que Añatuya te descoloca, te saca de eje, te mueve los esquemas o al menos te toca en algún punto. Si no pudimos llegar a transmitirlo, vas a tener que venir a vivirlo en vivo y en directo.

(Si no leiste la parte 1, podes verla aca: http://wp.me/p2ykS0-6J )

5 comentarios en “Añatuya / Ayuda (parte 2)

  1. siempre uno escucha mucho de anatuya, pero nunca algo tan vivencial…sera que ahi se concentra la Gracia de Dios?…gracias por mostrarnos lo q pudieron vivir alla…buen trabajo!!

    • gracias mechita.. si añatuya es como levantar una balldoa y ves un monton de bichitos.. asi id gente trabaja por los demàs yo quede muy sorprendido, evidentemene hay mucha gente q trabaja por los demas pero de manera anonima.. hay q rastrearlos !!

  2. Pingback: Añatuya / Ayuda (parte 1) | COMPARTIENDO AMERICA

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