Dijo un gran Maestro: “Por sus frutos los conoceréis”. Se supone que quien ayuda no espera resultados, pero nosotros buscando nuestros héroes anónimos, nos tropezamos con un fruto del servicio de nuestra Protagonista, quien estaba en Lima haciendo trámites. Pensamos que se nos esfumaba una gran historia, pero lo que pensábamos que era un obstáculo, era justamente este Gran Fruto. Tan grande que tuvimos que estar ciegos para tardar tanto en verlo. Sorprendida ante nuestra visita inesperada, Soledad nos recibió y comenzó a contarnos la historia de la Asociación “Niños de los Andes”. De a poco, con cada palabra y cada vivencia nos fuimos asombrando de nuestra propia incredulidad, al darnos cuenta de que estábamos ante un producto real de la obra de nuestra heroína.
Soledad es peruana, y llama “Mamá” a María Teresa, esta gran mujer venida de Francia que hace más de 20 años vive en Perú desviviéndose por darle a muchos niños locales la posibilidad de poder estudiar y crecer en un ambiente sano. Claro que Sole no es la única que la llama Mamá o Madre, son más de 400 los niños que ya han sido apoyados por la Aldea desde el año 2000; pero a ella, la número 154, le cambió la vida al igual que muchos de ellos, y no puede dejar de agradecer y devolver un poco de todo lo recibido, al sentir que fue salvada por esta heroína francesa. “A mí me han extendido la mano, me han ayudado tanto, ¿Cómo puedo devolverlo? A mí me han dado todo gratis, y cambió mi vida desde ese momento; yo me siento adeudada con ella, y por eso soy una voluntaria más aquí.” Desde niña sufrió mucho al ser abandonada por sus padres a los 2 años, sin tener más remedio que vivir con una abuela que la despreciaba y le decía: “¿Para qué vas a estudiar, si eres mujer? Sólo los hombres tienen derecho a estudiar”. Y ella se repetía a si misma incansablemente: “Yo quiero estudiar, yo quiero estudiar”. Sole tenía demasiado claro que quería aprender sin importar cuánto se lo negaran. Se escapaba para ir a estudiar, arriesgándose a fuertes castigos e incluso a ser dejada fuera de la casa. Así, con sólo 8 años, aprendió a sobrevivir en la selva, durmiendo en cuevas, comiendo raíces y vendiendo otras similares a un chicle de mascar para sobrevivir. Aprendió a leer y escribir buscando papeles escritos en la basura y terminó la primaria trabajando.
A los 17 años y luego de mucha insistencia, pudo al fin acceder a la Aldea de Tingo María, creada por Ma. Teresa a 2 días de viaje de su casa; y aunque estaba un poco grande para la Aldea, hizo valer cada uno de sus esfuerzos. Con una convicción a prueba de balas, logró lo que se propuso, nada más y nada menos que estudiar. Terminó la secundaria, y se quedó unos años como tutora voluntaria en la Aldea porque: “Trabajo desde los 7 años, suficiente que he sufrido yo, no quiero ver sufrir a otros niños. Es que tengo un amor por los niños!, y yo digo: Si ella, que es extranjera nos da TODO, yo ¿por qué no puedo hacerlo por MI país?”. Cuando Ma. Teresa le propuso encarar un proyecto en Nazca, aceptó, la siguió, empezaron juntas ese nuevo proyecto a más de 900 km, cambiando selva por desierto, y allí también estudió Turismo. Sigue aprendiendo Francés e Inglés, tiene un coraje envidiable y una serenidad implacable, fiel compañera y mano derecha de su “Má”. Con sus 25 años, sigue teniendo muy claro lo que quiere en la vida: “Mi misión es seguir apoyando esta gran obra, de alguna manera me independizaré, pero voy a seguir con esto, yo también quiero hacer una casita y acoger a los niños de mi pueblo y ayudarles. Mi bisabuela, una señora analfabeta que me crió, siempre me decía que estudie para poder ser mejor que ella, y yo le aseguraba que iba a construirle una casa para vivir juntas, claro que no pensaba en su edad.”
Soledad nos habla de Ma. Teresa con el cariño de cualquier hijo hacia su madre, o más aún, ya que le costó mucho trabajo encontrarla: “Desde el primer día que llegué a la aldea, ella me dio el cariño de la madre que nunca tuve. Mi primer cumpleaños lo he festejado en la Aldea, porque no sabía cuando era, me acuerdo que me regalaron un peluche blanco y un vestido. Cada año cuando vuelvo, visito a mis profesores que son mis amigos, porque cuando vivía en la calle, ellos se enteraron y decidieron apoyarme, alquilándome un cuarto y me invitaban a sus casas a comer, sin exigirme zapatos o ropa como a los otros niños.”
Soledad, como peruana, es la mayor expresión de las buenas intenciones de la Asociación. “A veces la gente nos insulta, o muchos de los padres son analfabetos, entonces desconfían que uno les de algo a cambio de nada, o como es de extranjeros, tienen miedo de que nos llevemos a los niños, y yo les digo que a mí no me han llevado a ningún lado! En la selva son más supersticiosos, algunos creen que son brujos, que les van a sacar los órganos… A mí no me importa lo que me digan, sino que la insulten a ella, que dio tanto por este país y por los niños. Pero de a poco van tomando confianza, este año se están sumando más, y los niños contentos lo transmiten a su alrededor. Para mí todos ellos son mi familia, mis hermanitos, me dicen ‘tía’.” Ella es el mejor ejemplo. Lo que más admira de Ma. Teresa “es que da su vida por nosotros, hace de todo”.
La interceptamos a María Teresa en Lima, nos faltaba su parte de la historia. Ella es una mujer de acción, nos damos cuenta en seguida que no le gusta hablar de sí misma, prefiere hablar de la historia y los hechos. Nos cuenta que en un viaje a Perú en el año 91 conoció la pobreza extrema, la falta de medicamentos ante el cólera, y que si bien en su país hay gente con hambre, frío o enferma, nadie se muere por eso; no hay esta clase de miseria. Esa diferencia hizo que no pudiera volver la mirada atrás y se comprometiera con esta realidad sudamericana. No eligió un lugar fácil para establecer la Aldea, ya que era una zona ‘roja’ de selva de riesgo por la guerrilla, y muchos le desaconsejaban hacerlo allí. Pero ella quería actuar. Puso manos a la obra, y luego de varios desencuentros en la búsqueda de terrenos, encontró una familia con 3 hijos discapacitados que necesitaban el dinero de la venta del terreno para operar a uno de ellos, así que fue un inicio redondo para la Aldea de Tingo María hace 11 años. “Me gusta crear, imaginar, planear; yo tengo la mejor parte de este tipo de trabajo: el nivel más encantador de la ayuda, que es jugar con los niños, pero para eso antes hay que darles de comer, después acogerlos para que cambien su semblante, cuidarlos, darles un lugar seguro para vivir, y el último nivel es buscar la plata, es lo menos interesante. Pero lo mejor, la recompensa, es ver su alegría cuando tienen su uniforme nuevo, o me muestran una buena nota; yo siempre les recuerdo que tienen que estudiar para devolver todo lo que reciben.”
En Tingo María hoy viven 40 niños de lunes a sábado en época escolar, que vienen de familias muy necesitadas. Son cuidados por tutores, quienes los despiertan, los acompañan caminando a la escuela a menos de 1km, los van a buscar, los ayudan a hacer tareas, les enseñan higiene, orden, a lavar su ropa y a estudiar, pero sobre todo, suplen sus carencias afectivas y los sanan psicológicamente. Todo a base de Amor. Son sus amigos y a la vez sus padres postizos, se despiertan y se van a dormir juntos. Corren por la selva, juegan al fútbol, se embarran, lavan sus ropas, y vuelta a empezar. Para Mirella, la directora de la Aldea, fue una bendición encontrarla a Ma. Teresa cuando estaba desesperada por trabajo allá por el año 2002, sola con sus 4 hijos y un nieto. En esa época ya había 12 niños en la Aldea y Ma. Teresa se ocupada de todo sola. Hoy son inseparables, Ma. Teresa le confió el manejo de Tingo María para dedicarse a su nueva locura: una escuela privada, un centro de idiomas y una Aldea en Nazca.
Ma. Teresa hizo de todo para conseguir los medios para poder invertir en sus proyectos; además de vender artesanías peruanas en Francia, también fue traductora y guía turística en Perú y fue justamente en Nazca donde le sugirieron que enseñara Francés. Estudió las posibilidades e ideó un proyecto ambicioso e ingenioso. En el 2007 consiguió la cesión de uso del terreno por 10 años y creó primeramente Centro de Idiomas con cursos para adultos, mientras dormía en el mismo centro con Soledad, siendo ella la única profesora, y con los ingresos de a poco fueron construyendo un Colegio privado: Nstra. Señora de la Salette, muy accesible, con educación inicial y primaria de buen nivel con idiomas (inglés, francés y quechua). Así, logró que estas instituciones recauden dinero para solventar la Aldea que alberga niños de familias de extrema pobreza y asisten a una escuela pública cercana. Además Ma. Teresa se las rebuscó para conseguir padrinos y extranjeros que aportan desde Europa o vienen especialmente a la Aldea a hacer voluntariado como tutores y profesores de idiomas. De esta forma, todos ganan, la comunidad tiene ahora una muy buena escuela con casi 100 alumnos en 4 años de vida, 30 alumnos mensuales en el Centro de idiomas y 15 niños en la Aldea en sus casi 3 años. Tienen plantaciones de aloe vera con lo que planean hacer jabones, una capacidad potencial para 15 niños más, de los 64 totales proyectados. También se puede visitar la aldea para conocer y usar sus servicios de hospedaje. Damos fe que la comida es muy abundante y demasiado rica, sin mencionar los voluntarios, un grupo de jóvenes franceses muy alegres y serviciales.
Todos los días comen todos juntos, Ma. Teresa vive ahí también con Álvaro, su hijo peruano adoptado. Algunas familias se avergüenzan de decir q sus hijos viven ahí, porque son de extrema pobreza. “No es vergonzoso decir que te están apoyando”, nos recuerda Soledad, para quien este apoyo fue la salvación. Juntas, van a los lugares más pobres, a los basurales donde los niños están buscando restos de comida, les preguntan donde viven y van a hablar con sus familias para ver si quieren que sus niños vivan en la Aldea y puedan estudiar. Generalmente es gente de la sierra, y a veces sus niños no van a la escuela porque aunque es gratis, tienen que pagar copias, útiles, danza, computación, ropa, parrilladas, y entonces ya se les dificulta mucho y abandonan.
A veces tienen ganas de dejar todo, sienten que las ahoga. Pero no aflojan, hacen malabares y siguen. Ma. Teresa reconoce: “Tenemos días de lágrimas, de cólera, de ganas de irnos y dejar todo… Acá frente a mi escritorio voy a poner un cartel: si es para uno solo, ya lo hemos conseguido, ahora vamos por más.” A esta altura, ya no le tiene miedo a nada ni a nadie, y nos recuerda que le dice a quienes vienen con malas intenciones: “Tengan cuidado cuando me hacen daño, porque Alguien más importante me está protegiendo.” Y al ver la magnitud de la obra nos comparte: “No, nunca me imaginé desarrollar todo esto, muchas veces la solución viene antes del problema, la fe nos ayuda y los obstáculos desaparecen. No es un sacrificio para mí hacerlo, me siento feliz, y creo que la felicidad es como la cartera, la llevamos a donde estemos.”
Seguramente si volvemos en 15 años, Soledad va a tener su propia aldea en algún lugar de la selva. A pesar de lo vivido y sufrido, no guarda rencor, perdonó a su madre, a quien conoció a los 18 años; y siempre pensó en salir adelante, sin malos sentimientos hacia sus padres o abuela. Salió adelante a pesar de todo ello con los consejos de su bisabuela, con mucho dolor, pero con más convicción todavía, dispuesta a agradecerle a la vida las oportunidades recibidas y poder hacer lo mismo por otros niños.
Así como Soledad volvió a nacer al entrar a la Aldea y conocer el amor de una familia, María Teresa también renació al empezar una nueva vida en el Perú. Dejó atrás sus amigos, su hijo ya grande y su tierra francesa para darle otro hermano a su hijo y una Madre a tantos otros hijos sufrientes. Solo el Amor la mueve, y ella lleva y trae su cartera de felicidad por donde quiera que vaya, abriendo más ramas de este árbol para que cada día tenga más y más frutos.
http://www.enfantsdesandes.org/
Pingback: Recalculando… | COMPARTIENDO AMERICA
Queridos Diego y Mechi. que bueno este encuentro!!! Saben que la hija de una amiga nuestra de aca en Londres que tiene 17 an/os quiere hacer una experiencia en sudamerica y este creo que podria ser el lugar indicado. Ella habla perfecto ingles y frances y quiere ayudar en alguna organizacion. Si siguen por ahi seria re bueno poder presentarla por medio de ustedes. Avisenme! Carinos desde Londres. Machi
2013/2/11 COMPARTIENDO AMERICA
> ** > Compartiendo America posted: » Dijo un gran Maestro: Por sus > frutos los conoceris. Se supone que quien ayuda no espera resultados, > pero nosotros buscando nuestros hroes annimos, nos tropezamos con un > fruto del servicio de nuestra Protagonista, quien estaba en Lima haciendo > tr»