«Tengo Sed»

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Creí que entendía lo que era vivir al servicio de los demás, pero cada nuevo día me demuestra que lo contrario. Creo que cada profesión tiene lo suyo, y uno siempre puede ayudar a los demás esté donde esté, pero sin duda, hay algunos trabajos que son casi exclusivamente de servicio al otro, por amor, mucho más allá de la remuneración. Conocía pocas personas cercanas como mi amiga del alma Carola, una maestra jardinera que para mí es ejemplo de vocación: no se cansa de cambiar pañales de niños que no son hijos ni sobrinos suyos con una sonrisa a cada momento, buscando sacar lo mejor de esos pequeños terremotos, olvidándose por completo de sí misma y ayudando a que se desarrollen felices y únicos. Deja de lado sus preocupaciones, cansancio o impaciencia para ser su luz. ‘Afortunadamente’, los caminos de mi vida me mantuvieron lejos del mundo de la enfermería, con pocas experiencias propias, hasta que mi prima Agustina se convirtió en enfermera; así de a poco me fui convenciendo de que su servicialidad y preocupación por el que tiene al lado hacía tiempo que había sobrepasado los límites de la familia; ella quería ayudar a todos, especialmente en los momentos de mayor debilidad.

En este camino que estamos trazando Compartiendo América, fuimos ampliando nuestros horizontes, conocimos a Cristina de Grávida en Añatuya* y a Susan en Mindo** que también son enfermeras, con una vocación de servicio constante, siempre dispuestas a ayudar al otro, no importa cuán sucio esté o cuán feo huela. Todas ellas son una parte de ese ejército silencioso que se mueve humildemente cambiando el mundo de a poquito con Amor. La Mujer Maravilla existe, no es una sino miles. No llevan ese traje apretado y brillante con corona, muñequeras y botas, sino que intentan pasar desapercibidas, camuflándose entre la gente. Esta vez las descubrimos envueltas en una tela blanca con un borde azul, y una cruz. Sencillas, parecen las hermanitas menores de la Madre Teresa: las Misioneras de la Caridad. Sigue leyendo

Siempre un «Sí»

Susan y Luis

Esta vez fue Gardenia la que protestó, y haciendo un ruido raro combinado con olor a cable quemado, nos obligó a detenernos en “ese” lugar exacto, el miércoles santo. Era justamente en el frente de una encantadora hostería en Mindo, Ecuador un paraíso del bosque subtropical en medio de sierras y nubes. Allí en la puerta, charlamos con Luis, ecuatoriano, casado con Susan, de Estados Unidos, que estaban intrigados con nuestra travesía. A la mañana siguiente, nos invitaron a tomar el mejor café de los últimos 6 meses, y luego nos “autoinvitamos” a conocer su plantación de café orgánico, confirmando nuestra primera impresión: estábamos frente a un matrimonio muy especial. Susan nos habló de muchos proyectos solidarios en Mindo, compartimos nuestra alegría y simpatía por la elección de un Papa argentino y además discípulo de San Francisco de Asís, su santo preferido (¡y el nuestro!). Nos recomendaron conversar con el Padre Ubaldo, quien nos podría orientar con nuestra búsqueda: Alguien que esté cambiando el mundo a través del servicio a los demás. 

Bastaron 3 minutos con Ubaldo para reafirmarlo. ¡Todos los caminos conducen a Susan! Si bien su humildad, sencillez y entrega nos habían impactado, él nos compartió vivencias de una generosidad sin límites, siempre dispuesta a ayudar, a decir “SI”. A cualquier pedido o idea del Padre, ella no lo duda y responde que sí. Siempre estuvo entregada al servicio, siendo voluntaria de un hogar de ancianos a los 13 años y luego al decidir ser enfermera, trabajar en el cuerpo de Paz, enseñando música a niños, etc. Sólo verla atender una mesa de sus huéspedes refleja su vocación de servicio: su español ecuatoriano adquirido con los años y su inglés nativo emanan una calidez particular.   Sigue leyendo