Siempre un «Sí»

Susan y Luis

Esta vez fue Gardenia la que protestó, y haciendo un ruido raro combinado con olor a cable quemado, nos obligó a detenernos en “ese” lugar exacto, el miércoles santo. Era justamente en el frente de una encantadora hostería en Mindo, Ecuador un paraíso del bosque subtropical en medio de sierras y nubes. Allí en la puerta, charlamos con Luis, ecuatoriano, casado con Susan, de Estados Unidos, que estaban intrigados con nuestra travesía. A la mañana siguiente, nos invitaron a tomar el mejor café de los últimos 6 meses, y luego nos “autoinvitamos” a conocer su plantación de café orgánico, confirmando nuestra primera impresión: estábamos frente a un matrimonio muy especial. Susan nos habló de muchos proyectos solidarios en Mindo, compartimos nuestra alegría y simpatía por la elección de un Papa argentino y además discípulo de San Francisco de Asís, su santo preferido (¡y el nuestro!). Nos recomendaron conversar con el Padre Ubaldo, quien nos podría orientar con nuestra búsqueda: Alguien que esté cambiando el mundo a través del servicio a los demás. 

Bastaron 3 minutos con Ubaldo para reafirmarlo. ¡Todos los caminos conducen a Susan! Si bien su humildad, sencillez y entrega nos habían impactado, él nos compartió vivencias de una generosidad sin límites, siempre dispuesta a ayudar, a decir “SI”. A cualquier pedido o idea del Padre, ella no lo duda y responde que sí. Siempre estuvo entregada al servicio, siendo voluntaria de un hogar de ancianos a los 13 años y luego al decidir ser enfermera, trabajar en el cuerpo de Paz, enseñando música a niños, etc. Sólo verla atender una mesa de sus huéspedes refleja su vocación de servicio: su español ecuatoriano adquirido con los años y su inglés nativo emanan una calidez particular.  

Claro que detrás de una gran mujer hay un gran hombre, y viceversa. Susan no tiene límite, dice que sí siempre y se compromete hasta que sus propios números no le cierran; Luis se agarra la cabeza y lentamente se vuelven a acomodar. Saben que todo va y vuelve, y prueba de ello es que nunca, pero nunca, les faltan clientes. Susan siempre está dispuesta a ayudar, y de alguna manera consigue los fondos para reparar la Capilla, construir la gruta, o comprar remedios para algún enfermo. Desde que vivían en Chicago ahorrando para emprender su vida en Ecuador, su sueño era formar parte de una pequeña comunidad donde la gente se conozca y se apoye.

Susan nunca piensa en sí misma, en sus necesidades; siempre está pensando en los demás, con una sonrisa lista para regalar o un abrazo para dar, constantemente de buen humor, desparramando alegría. Es muy sensible y es casi imposible no emocionarse cuando ella llora o nos comparte algo profundo. Da todo de sí, todo para los demás, en silencio. Por ejemplo, una vez, en el día de San Francisco, quiso hacerle un regalo a su santo preferido y ofrecerle todos los ingresos que tuviera el hotel en ese día. Corrían las horas y no había un solo cliente, su ánimo comenzó a decaer y le recordó firmemente a su Santito que todo esto era para él, mientras lloraba. Quince minutos antes de que cierre la cocina, llegó un grupo de casi 30 personas a comer, y unas 6 a dormir, como para demostrarle que Alguien la escuchaba; y así logró su gran regalo para su San Panchito, como ella lo llama.

Tuvimos la suerte de vivir el Viernes Santo en Mindo, compartiendo con Susan la tradicional peregrinación de la Cruz y el Vía Crucis. Este año se hizo desde la “Y” de la ruta, unos 7km de bajada pronunciada y sinuosa. Susan y Luis habían mandado a hacer la Cruz de unos 3 metros de largo, pesadísima, con árboles caídos en una tormenta. Mientras rezábamos y cantábamos, nos íbamos turnando entre todos para cargar la cruz, poniéndonos en la piel de Jesús, sintiendo ese peso extenuante.

Susan nació en una familia presbiteriana, típica de Arizona, Estados Unidos, y luego de muchos años de dudas, conversión y oración, se bautizó católica hace 8 años. Más allá de las religiones, Susan tiene una fe desbordante, que la acompañó y la volcó al servicio de los demás desde muy niña. Ella recuerda vívidamente que a los 5 o 6 años, vio en la televisión algo de la guerra de Vietnam, terribles imágenes de niños con hambre o enfermos, y le impactó tanto que pensó : “Yo a veces estoy mal o triste, y eso que tengo a mis papis, mis hermanos que me quieren; tengo ropa, zapatos…Y a pesar de eso a veces me siento mal… ¿Cómo la estarán pasando estos muchachos, que tienen mi misma edad, no tienen nada y están en guerra?” En seguida se propuso: “Yo cuando sea grande, tengo que salir y hacer algo al respecto.”  Corrió a contárselo a sus padres, que normalmente la apoyaban en todo, y ellos, le contestaron: “Sí, sí, hijita, algún día entenderás”, sin prestarle mucha atención. A Susan le sorprendió y le chocó tanto esta respuesta, no ser tomada en serio, que se retiró dolida e incomprendida. Sin siquiera intuirlo, ese fue el inicio de su vocación de servicio.

Luis nos cuenta que la conoció a Susan mientras ella trabajaba en el Cuerpo de Paz de los EEUU, “Susan siempre fue así, entregada al servicio, ayudando a los demás, ¡Era voluntaria en 4 proyectos a la vez! Ahora, su Gran Momento es una semana al año, cuando viene una misión medica, y es cuando ella se dedica 100% a servir, siendo enfermera y aportando todo lo que pueda. Yo soy feliz viéndola a ella feliz, y esas son las cosas que la hacen realmente feliz.  Nosotros siempre hemos sido de la idea de enseñar a la gente a pescar y no darles el pescado, siempre hemos dicho: Podemos dar esto, a lo mejor lo necesitemos, sinceramente, estamos acomodados, ¿Qué más podemos necesitar? No tenemos hijos, el dinero va y viene… Decimos: Ahora ponemos allá, Dios proveerá luego, de alguna parte ha de salir, y la gente nunca nos falta, los clientes llegan… Ahí está, mira, están entrando. Nosotros no somos apegados a las cosas materiales, tenemos esto ahora, pero si se quemara y perdiéramos todo, ya veríamos qué hacer, cómo seguir para adelante. Y si la vida ahora nos bendice y nos da, pues eso nos inspira para hacer cosas. Y aunque a veces sean algunas locuras, esto es parte de la idea, uno puede hacer algo, pero ¡Entre 2 podemos hacer mucho más! Nada se logra solo.”

Claro que nunca se imaginaron esta vida, “No importa lo que planees en la vida, porque la vida tiene otros planes para ti”, nos recuerda Luis.”Ella había estudiado mucho para ser enfermera y yo había estudiado mucho música; y aquí estamos.” Ahora forman parte de una linda comunidad y son un apoyo importante para el párroco nuevito, el Padre Ubaldo, a quien siempre malcrían con sus hamburguesas o postres preferidos. Susan siempre le dice que sí a lo que él le pida, siempre abierta a las necesidades ajenas, con una sonrisa. Luis, con los pies en la tierra nos confiesa: “Ella vuela, a veces tengo que agarrarla de las patas, ¡Atajarla para que no se vaya volando! Tiene un alma noble, un corazón grande, siempre pensando en los demás, incluso dedica tanto tiempo a otras cosas que a veces yo tengo que duplicar mi trabajo. Y aunque yo sé que está haciendo algo constructivo para la comunidad, a veces me enojo porque me pone en aprietos. Tengo que ser el ‘malo’, el jefe estricto; pero es que ¡Alguien tiene que equilibrar un poco!

Pero, ¿Qué es lo que la mueve a hacer todo lo que hace? Según Luis: “La compasión, siempre está pensando en los otros, nunca en sí misma, nunca en estos 25 años de estar juntos me ha dicho: quiero ir a comprar algo para mí, sino siempre algo para otros, que necesitan algún remedio o ropa. Más bien soy yo el que tiene que ir a comprarle algo a ella cada tanto. Ella dedica tiempo, no es el dinero, pone dedicación, entrega, para ella siempre primero está el otro.”

Susan y Luis trabajan juntos todo el día, se complementan y se divierten; y eso se respira en el aire. Hay una cierta armonía y alegría que contagia a cualquiera que pase cerca de ellos. A veces Luis se da cuenta de que Susan se escabulló porque uno de sus 3 perros, ‘Bufanda’, se pone nervioso y camina en círculos buscándola. Ella sale todas las mañanas a realizar sus caminatas mirando y detectando necesidades en su comunidad. Aparte de lo laboral, lo que más le gusta hacer es: Servir y enseñar, sin dudas. Me encanta, me encanta; realmente ese lado de lo que me gusta es a lo que no he podido dedicarme tanto, pero cualquier conocimiento que tenga, me gusta compartirlo, eso es lo que más me gustaba de la enfermería, explicarles a los pacientes las cosas que no entendían, o los procedimientos que se les iban a realizar.” ¿Y cómo vuelca ahora esa sed de servicio en su comunidad? A través de la Capilla, del Padre Ubaldo, ayudándolo en todo lo que puede, siempre dispuesta a darle una mano, y en cuanto ve que alguien está haciendo algo para otros, trata de colaborar en lo que pueda. “Si por mí fuera, si pudiera destinarle más tiempo, me dedicaría a lo que fuera necesario en el pueblo. Y no es que ésto no me guste,  me encanta estar en contacto con la gente y conocer gente nueva, pero lo otro… Lo otro me apasiona, y me nace, realmente me nace.”

En este momento está con algunos proyectos nuevos entre manos: un Programa de becas para estudiantes, para lograr que terminen de estudiar financiándoles los materiales necesarios; y un libro de escritos propios con dibujos de niños de la Escuela de Mindo, cuyos fondos de las ventas serán destinados para arreglos de la Capilla. También está muy involucrada con la construcción de un nuevo Hospital con tecnología de punta donado por un norteamericano donde ella vuelca sus conocimientos de enfermería y su vocación de servicio. Cariñosamente, llamamos a Susan una ‘donante compulsiva’, ella reparte todos sus ingresos personales, que son las propinas, para el colegio, la Iglesia y alguna necesidad especifica de la comunidad. Incluso el Padre Ubaldo se dio cuenta que desde hace 4 años que Susan no se compra ropa, y le hace chistes: “Yo la conozco, usted en vez de comprarse algo para usted, lo da a la Iglesia”. Y ella nos reconoce: “Parte de eso, es que cuando vivimos en Chicago, íbamos comprando cositas baratas en locales de segunda y ahora, la mitad de mi ropa es la que se olvidan en las habitaciones y nunca reclaman. Yo sinceramente las pocas cosas que he comprado para mí han sido libros, no siento que necesito nada. ¿Qué puedo necesitar?

Susan siempre tuvo una relación cercana con Dios, de hablarle, tenerlo cerca, y nos compartió la transformación de su espiritualidad:Siempre pero siempre fue mi Amigo, yo siempre fui muy espiritual. También siempre había sentido afinidad por la iglesia católica, y eso que mi familia era presbiteriana y yo iba a un colegio estatal. Teníamos una familia amiga que estudiaba en un colegio católico, siempre me gustaba y me parecía que la educación era mejor; ellos hablaban que iban a hacer algún sacrificio por cuaresma, ¿Qué será eso?, me intrigaba. Mi hermana mayor tenía un novio católico, y él siempre hablaba de un amigo sacerdote joven, estaba tan fascinado con el Padre, que me llevaba siempre; y yo me enamoraba de él, sólo de escucharlo, ver  lo que hacían, cómo ayudaban en las comunidades indígenas con este curita misionero.  A los 14 años, vinieron unos chicos de un colegio católico de Alemania de intercambio y me pareció fascinante, entonces, les dije a mis padres, con miedo, que quería hacerlo, pensando que nunca me iban a dejar.” Susan juntó coraje unos 2 meses, les preguntó, y para su sorpresa su mamá dijo: “¿En serio? Yo siempre quise y mis papis no tenían dinero!” Claro que el dinero era importante, porque había que reunir 2400 dólares. “El trato fue que yo reuniera la mitad y ellos la otra mitad. Lo único que podía hacer a esa edad era cuidar niños, o casas de la gente que se iba de vacaciones. También limpiaba casas de las amigas de mi mamá, donde me pagaban 50 centavos la hora; y las ventanas de mi casa para mi mamá. Me llevó 2 años juntar los 1200, y cuando fuimos a anotarme, ¡Había aumentado a 2800! Pero al ver todo lo que me había esforzado me ayudaron con el resto como regalo de graduación. Así que a los 16 fui a Colombia de intercambio, a un colegio internado católico, ¡y me encantó! Lo pasé feliz de la vida. Me hice íntima amiga de una chica a la que le iba preguntando todo sobre su religión, entonces les escribí a mis padres, pidiéndoles que me expliquen de mi religión presbiteriana, ya que no sabía nada, y me mandaron libros y respuestas. Viendo todo eso, en mi corazón me fui quedando con la religión católica, leyendo, estudiando, aprendiendo, y acercándome, hasta que me bauticé, hace 8 años. La primera vez que recé el Rosario, con mis instrucciones al lado, sentía que la misma Virgen estaba ahí conmigo como una Madre, ayudando a su hija a hacer los deberes…”

Susan y Luis se complementan, formando un motor silencioso e importantísimo en la comunidad de Mindo. Esta vez la Providencia no solo nos llevó hasta la puerta de su hostería, sino también un día antes de su Aniversario de casados, nada más y nada menos que 24 años; 20 más que nosotros, que justamente habíamos festejado nuestros 4 primeros una semana atrás. Brindamos con ellos, compartimos ese momento tan especial, conociéndolos y encariñándonos cada vez más.

Susan via Crucis Susan y Margarita

13 comentarios en “Siempre un «Sí»

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  2. Mis Queridos Amigos, justo iba a escribirles para contarles de mi más reciente donación. Doné mi pelo para la Virgencita del Cisne que tenemos en la gruta. Hoy nos entregó la peluca y quedó guapetona la Virgencita! Más tarde les envío fotos. Un fuerte abrazo

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      • Mis Queridos Mechi y Diego, Aqu van las fotos de mi ms reciente donacin. Hay una Sra. que don su pelo largusimo pero falt para la parte de adelante. Que alegra verla hermosa a nuestra Madrecita! Es impresionante como este hecho me ha acercado ms todava a la Virgencita. Aparte de esto, todo nos va de maravilla por ac. Les recordamos siempre y a menudo contamos la historia de Uds. Me hizo falta no leer testimonios de Uds. durante un tiempo y comenzamos a preocuparnos, pero nos alegra que estn bien y sigan adelante compartiendo con todos. Un abrazo, Susan

  4. Una niña mimada por Dios, llena de paz interior y alegría, valiente y emprendedora, llena de vida y total entrega, me equivoco?

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