«Tengo Sed»

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Creí que entendía lo que era vivir al servicio de los demás, pero cada nuevo día me demuestra que lo contrario. Creo que cada profesión tiene lo suyo, y uno siempre puede ayudar a los demás esté donde esté, pero sin duda, hay algunos trabajos que son casi exclusivamente de servicio al otro, por amor, mucho más allá de la remuneración. Conocía pocas personas cercanas como mi amiga del alma Carola, una maestra jardinera que para mí es ejemplo de vocación: no se cansa de cambiar pañales de niños que no son hijos ni sobrinos suyos con una sonrisa a cada momento, buscando sacar lo mejor de esos pequeños terremotos, olvidándose por completo de sí misma y ayudando a que se desarrollen felices y únicos. Deja de lado sus preocupaciones, cansancio o impaciencia para ser su luz. ‘Afortunadamente’, los caminos de mi vida me mantuvieron lejos del mundo de la enfermería, con pocas experiencias propias, hasta que mi prima Agustina se convirtió en enfermera; así de a poco me fui convenciendo de que su servicialidad y preocupación por el que tiene al lado hacía tiempo que había sobrepasado los límites de la familia; ella quería ayudar a todos, especialmente en los momentos de mayor debilidad.

En este camino que estamos trazando Compartiendo América, fuimos ampliando nuestros horizontes, conocimos a Cristina de Grávida en Añatuya* y a Susan en Mindo** que también son enfermeras, con una vocación de servicio constante, siempre dispuestas a ayudar al otro, no importa cuán sucio esté o cuán feo huela. Todas ellas son una parte de ese ejército silencioso que se mueve humildemente cambiando el mundo de a poquito con Amor. La Mujer Maravilla existe, no es una sino miles. No llevan ese traje apretado y brillante con corona, muñequeras y botas, sino que intentan pasar desapercibidas, camuflándose entre la gente. Esta vez las descubrimos envueltas en una tela blanca con un borde azul, y una cruz. Sencillas, parecen las hermanitas menores de la Madre Teresa: las Misioneras de la Caridad.

Fuimos a visitarlas ansiosos junto con Alejandra, nuestra amiga que vive en Quito hace un tiempo y que también quería conocerlas. Llegamos en el momento justo en que se estaban preparando para ir a un parque al festejo anual de Pascua, y por lo tanto, no nos podían recibir. Casi desilusionados, mientras hablábamos con la Hermana nos asomamos y vimos en el garaje a unas 12 abuelitas esperando en sus sillas de ruedas para ser cargadas en la camioneta. Estaban todas en composé muy coquetas, con sus polleras floreadas y sus sweaters y gorros al tono; toda una fiesta. De a poco Diego fue ayudando a subirlas a sus asientos mientras nosotras hacíamos malabares para guardar algunas sillas de ruedas en nuestro baúl. Así llevamos a dos abuelitas hasta el parque, donde nuevamente ayudamos a bajarlas y acomodarlas, bajo la sombra de los arboles. Entremedio de ellas, jugaban los niños del mismo Hogar que llevan adelante las Hermanitas, eran unos 30 también. Todos revoloteaban con sus delantales floreados, riendo y jugando a la heladería imaginaria, ofreciéndonos helados y comidas hechas con hojas y ramitas.

A la hora del almuerzo, llegaron las 2 Hermanas que faltaban junto con la Hna. Superiora María Magdalena que para nuestra sorpresa, ¡era Argentina! Compartimos la alegría por nuestro compatriota el Papa Francisco, y en seguida con toda su calidez nos invitó a poner manos a la obra. Alejandra había buscado a su hija de 5 años en el jardín y ahora ayudaban con el almuerzo a los niños; Diego estaba encargado de darle de comer a una abuelita mientras hacía payasadas para las otras 10 que estaban alrededor, y yo estaba encargada de ir ayudándolas a todas desglosándoles el pollo con la mano para que pudieran comerlo fácilmente. Fue una ardua tarea, estuvimos muy ocupados durante largo rato, venciendo nuestras propias barreras. Muchas de ellas no hablan, o no les entendíamos, pero las Hermanas las conocen en detalle; cómo y cuánto comen, o si se guardan comida en la cartera, traduciéndonos sus gestos. Así nos iban indicando como ayudar a cada una. Las Hermanas son sólo 6, necesitan de la ayuda de otras colaboradoras para cocinar, limpiar, movilizar y asear a las abuelitas.

Realmente la Madre Teresa entendía profundamente el significado de la palabra Caridad; ese amor por los demás que les brota a las Hermanitas es inexplicable para un ser humano común y corriente como nosotros. Tiene que haber un Amor superior para poder saltar las barreras humanas de las incomodidades físicas, entre ellas los olores, enfermedades, necesidades fisiológicas e higiene general para poder acompañar a quien más lo necesita. Esa entrega total, ese amor traducido en caridad hacia el otro, es un amor que va más allá de las fronteras superficiales; de otra forma no se explica esta clase de servicio.

Las Hermanitas intercalan su trabajo con oración y otras tareas; lo cual no les deja mucho tiempo libre. El día que nos preparamos para ir a charlar largo y tendido con la Hna. María Magdalena, luego de ayudar en el almuerzo despinando el pescado, la Hna. nos preguntó si teníamos tiempo disponible, “Claro que sí”, le respondimos sin dudarlo, ansiosos por la charla que nos esperaba. Aquí surge una vez más la acción por encima de las palabras, sin dudarlo, nos puso a servir al otro, pidiéndonos que acompañemos a una señora que estaba inmovilizada en su casa llevándola al hospital a su cita médica. Finalmente Gardenia fue una herramienta para ayudar a otros, ya que Silvia tenía que viajar acostada debido a 2 hernias de disco que no le permitían moverse. Cálidamente la Hermana nos esperó en el Hogar, muy agradecida y ávida por las novedades del médico e hizo que nos malcriaran un poco con un rico almuerzo al llegar luego de unas 3 horas de espera. No pudimos hablar todo lo que hubiésemos querido con ella, pero conociendo el motor que impulsaba a la Madre Teresa y habiendo vivido lo que vivimos allí, fue suficiente para querer transmitirlo.

Como siempre nos preguntamos: “¿Qué es lo que las mueve a hacer todo esto?” La respuesta la tienen colgada en un mural, como en cada Hogar de las Hermanas, con la única razón para la existencia de la Congregación de las Misioneras de la Caridad de la Madre Teresa, algo que ella siempre les recalcaba a sus Hermanitas: “Es el Cristo sangrante en la cruz, que nos dice ‘Tengo sed’. Es ese mismo Cristo, el que está en cada una de esas abuelitas o niños, pidiendo ayuda porque tiene sed, hambre, o necesita cuidados. Así de fácil y sencillo. Y no lo hacen una vez al año, un fin de semana, o en Navidad. Lo hacen todos los días, con inmenso Amor, entregando toda su vida al servicio de los demás, jugando con los niños y con las abuelas en la calesita o las hamacas, rezando con ellos, preparándoles la comida, sacándoles cada espina del pescado, cambiando pañales, higienizándolos, e incluso entendiendo a aquellos que les cuesta comunicarse. En una palabra, dignificándolos, haciéndoles sentir el Amor del Padre, dándoles felicidad y sentido a sus vidas, especialmente a los más pobres de entre los pobres.***

¿Habrá algo más gratificante que desviar la mirada de uno mismo para mirar al otro? Para poder, con esa mirada, descubrir qué necesita o en qué puedo ayudarlo, y así hacerlo un poquito más feliz. Tantas veces sólo se necesita un abrazo, o quince minutos de nuestro preciado tiempo para alegrarles su existencia. Estos abuelitos no tenían familia, los habían abandonado, o simplemente no la conocían. Con una tarde de compañía y chistes les había cambiado el semblante. Es increíble el poder que tiene un apretón de manos para un anciano. Muchas de las abuelitas eran sordomudas, ciegas, o simplemente muy viejitas, y sólo el hecho de acariciar sus manos, demostrándoles que estábamos ahí, les transformaba la cara. Quién sabe que estarían pensando, mientras retenían y acariciaban nuestras manos, transportándose en sus pensamientos.

No sé si cualquiera puede hacerlo; yo estoy lejos de poder desparramar tanta bondad y generosidad; mi corazón es todavía muy egoísta, pero creo que al menos podemos intentarlo; podríamos tener tanto amor para repartir como lo tienen ellas, si nos llenamos de él. Cada uno está llamado a hacer algo distinto, somos únicos e irrepetibles, pero indefectiblemente todos, estamos llamados a escuchar ese: “Tengo sed”, que se nos presenta tan seguido y de las más diversas formas y colores en nuestras vidas. Está en nosotros escucharlo.

*: “Añatuya Ayuda” : https://compartiendoamerica.com.ar/2012/11/29/anatuya-ayuda-parte-1/
**: “Siempre un si”: https://compartiendoamerica.com.ar/2013/04/08/siempre-un-si/
***: “Ven, Se mi Luz”, cartas privadas de la ‘Santa de Calcuta’, Brian Kolodiejchuk.

Madre Teresa "No se vaya Papito" un rico helado... a caballo ???????????????????????????????las hermanitas preparando la comida15e-Quito Hnas Caridad (14)bis regalito de hojas

25 comentarios en “«Tengo Sed»

  1. Pingback: Recalculando… | COMPARTIENDO AMERICA

  2. Chicos que lindo dia pasaron!!!! me alegro que se vayan cruzando con tanta gente lnda!!!!!
    beso grande y que siga todo bien!!!
    barbara

  3. No dejo de sorprenderme!la verdad pasan por mi cabeza mil cosas para decirles,pero lo que siento son ganas de agradecerles por compartir estas vivencias con nosotros, los acompañamos ,aunque estemos lejos,con el corazon!beso enorme a los dos!

    • geral, mi madrina de confirmación, la que me escribió en la cartita que me dió » nunca dejes que ese pequeño hilo que te une con Díos se rompa….. » eso me quedo grabado a fuego !! mil gracias por acompañarnos, somos felices de compartir todo esto con uds !!!! gracias geral !!!

  4. Queridos Diego y Mechi: Les mando un abrazo enorme y los felicito por el viaje que están haciendo!
    Me acuerdo de rezar con frecuencia x uds.
    Hernán

  5. maravillosos testimonios!
    En el «cuando con ellos somos nosotros» se va plasmando la Humanidad tan anestesiada en tiempos que vivimos por tantas cosas «como más importantes y urgentes»

  6. Veo que van subiendo y no me refiero solo a geografía están creciendo en lo personal a pasos gigantes cuando los conocí los aprecie , cuando decidieron el viaje los acompañe, ahora los quiero!!!!

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