Amor a la mexicana

con Lorena, lso chicos, y Greñas de espaldas!

Entrar a esta casa es como abrir de golpe una bolsita de m&m’s, y dejar que esos 32 confites salten alborotados hacia todos lados. Tras haber cruzado el umbral de la puerta, los niños parecen saltar y rebotar en las paredes sólo para tomar más impulso y venir a abrazarnos, contarnos alguna historia o adivinar de donde es nuestro acento tan raro. Lorena aparece para poner un poco de orden, mientras les pregunta a los más pequeños si traen puestos sus calcetines; “Suena chistoso, ¿no? ¡Pero es lo que siempre se les olvida!”, mientras sonreímos viendo que uno de ellos los saca de sus bolsillos y se los pone donde corresponde.

Si bien escuchamos mucho acerca de Silvia, la creadora de esta Fundación, hoy nos toca conocer su obra a través de su hija Lorena. Silvia sufre problemas respiratorios que la mantienen un poco aislada especialmente en estos días de frío, pero Lorena con apenas 28 años, nos cuenta su lado de la historia sin dejar de recalcar que “El sillón de mi madre me queda muy grande”; ella es quien ahora lleva adelante la Casa Hogar Regalo de Dios en San Luis Potosí, al norte de México, junto con su hermana. Sigue leyendo

Herederos de una “Petit” Misión

Tia Petita

Después de algunos desencuentros en Iquique, creímos que Chile nos dejaba ir sin presentarnos otro testimonio de vida, pero Arica, la puerta de salida norteña hacia Perú, nos sorprendió con un rinconcito de generosidad y fe inmensurables. De nuevo las causalidades de la vida nos llevaron de la mano. Todo empezó con una pareja de antropólogos iquiqueños que se acercó a charlar con alegría porque tenían una kombi parienta de nuestra Gardenia, y de paso nos dieron el dato de un buen mecánico en la próxima ciudad, Arica. Lo anotamos, aunque sin intenciones de usarlo. No sabíamos que algunos toques que habíamos hecho con otro amigo argentino habían dejado a Gardenia fuera de su punto, haciéndose notar en pleno desierto con una sed de nafta insaciable. Ansiábamos llegar a Arica para conocer al especialista, Eduardo, quien al contarle de nuestro proyecto, se sonrió y nos nombró inmediatamente al Comedor San Alberto Hurtado, o más conocido en el barrio como “Tía Petita”.

Nos encontramos con la primera heredera y fiel seguidora de los pasos de Petita, Verónica, una de sus hijas, quien con mucho gusto nos contó la historia de su madre y el Comedor. Una historia de generosidad sin límites, una Mujer con Mayúscula, sencilla y humilde, que teniendo 6 hijos y criando un séptimo, era una máquina de trabajar al servicio de los demás. Su gran fe movía montañas, y más de una vez, cuentan que, estando las cocineras preocupadas por no tener comida, Petita decía: “Enciendan los fondos (ollas), que algo va a llegar”, y así sucedía, las donaciones llegaban en el momento justo, cuando el agua ya estaba lista para recibir ese arroz, fideos o porotos. Sigue leyendo

Rulos de Esperanza

En Tupungato, cuna de los vinos del Valle de Uco, a los pies de la cordillera, viéndola por la ventana, se junta el grupo Esperanza para transformar dolor en Amor. Empezaron espontáneamente a encontrarse en la Parroquia del Socorro unidos por un mismo dolor: la pérdida de un familiar muy cercano. Al principio hablaban, se abrazaban y lloraban mucho, hasta que eso no les alcanzó, y necesitaban poder levantar la vista y convertir esa angustia en algo productivo. Así comenzaron a hacer muñecos de tela para poder cambiarlos por pañales y ropa para el Hospital. Los Padres Horacio y Raúl les dieron un gran empujón y así renació el grupo, con un espíritu y motor renovado. Sigue leyendo