Alicia en el Comedor de las Maravillas

Antes de empezar...

Es fácil organizar una comida con niños cuando son 3, 4 o incluso 5, pero ¿si son 50? Alicia parece ser la madre o la tía de cada uno, porque sabe los nombres de cada uno y a todos trata con igual cariño. La “Inmaculada House of Mercy” (Casa de la Inmaculada Misericordia) en Orange Walk, Belice, es el hogar de cada uno de esos cincuenta niños cada mediodía gracias al esfuerzo y dedicación de Alicia; ella es organizada al extremo, nada escapa a sus planillas y nadie se sale con la suya comiendo sin haber rezado o sin lavarse las manos. Nos habla en español, pero a los niños en inglés; entre ellos se escucha una mezcla de idiomas que nos desconcierta: entienden ambos, en sus casas generalmente se habla español pero en el colegio sólo se habla inglés que es el idioma nacional por haber sido colonia inglesa hasta hace 32 años.

Cada plato de comida los espera servido junto a su vaso de jugo, mientras Alicia los recibe en la galería de la Casita y se acomodan por edad para entrar en orden desde los más pequeños de 4 hasta los adolescentes de 14. Desde temprano llegó el ‘grupo del día’ para cocinar comandado por Fenny, −una de las mamás que viene desde hace 7 años− y otras 4 mamás. Cada familia tiene la responsabilidad de enviar a un responsable para ayudar en el Comedor una o dos veces a la semana en las tareas de cocina, limpieza y orden. Igualmente las mamás confiesan que les gusta mucho venir, disfrutan viendo a sus hijos y se quedan tranquilas al verlos comer bien a la vez que aprenden unas de otras. Fenny nos confiesa que desde que se abrió el Comedor que viene todos los días a ayudar, feliz de poder hacerlo, para poder acompañar a su hijo en ese momento y a la vez cooperar con el proyecto.

Alicia no siempre se dedicó a esto, siempre trabajó mientras vivía en Belice City junto a su esposo criando a sus 4 hijos, pero cuando ellos ya estaban grandes y casi no estaban en casa su vida cambió: “Yo sentí que podía hacer algo para agradecer pues Dios me ha dado todo, me dio una familia, la salud para ver crecer a mis hijos y estar ahí para ellos siempre; entonces me acerque más a los programas que se daban en la parroquia de la ciudad (Belice)− esto fue hace como 20 ó 25 años−, luego una monja me pidió que trabaje con ellas, haciendo desarrollo de la vida espiritual, ahí trabajé y me encantó, me sentía más comunicada y llevando una relación mejor con Dios. Después una de ellas se retiró a manejar un centro de ancianos, y yo sentí fuertemente que ese era mi llamado, que tenía que ir allí, algo como lo que les pasó a ustedes antes de salir. Así que me despedí con mucho dolor y comencé en el Hogar: ellos iban por la mañana para el desayuno y almuerzo, se bañaban y juntos compartían la mañana, pero al poco tiempo empecé a ver que algunos no venían más, porque estaban más viejitos y no podían caminar o ir en bicicleta; entonces conseguimos una van de los Rotarios y yo iba a repartirles la comida a sus casas, ¡eran 35!” Alicia ya se había mudado a Orange Walk,su ciudad natal una ciudad pequeña al norte de Belice City pero viajaba todos los días una hora hasta allí. Con una energía envidiable, ni un accidente de auto que la dejó 6 meses en cama, ni luego una cirrosis que la llevó a un trasplante de hígado en México pudieron detenerla.

Con más energía que antes, a los 58 años, ya instalada en su nativa Orange Walk y viviendo en frente de su antiguo Colegio, detectó una necesidad concreta que requería solución. Muchos niños no podían volver a sus casas al mediodía a almorzar y sus madres tampoco podían llevarles la comida por sus trabajos, distancias y costos que implicaba o muchos simplemente no tenían dinero para esa comida. Con mucha dedicación entrevistó a las familias de los niños detectando las verdaderas carencias y organizando el Comedor de la “Inmaculada House of Mercy”; a la vez que conseguía los fondos para la construcción de la casita de parte de sus contactos, donaciones, etc.

Aun luego de tantos golpes a su salud, ella seguía adelante: “Siempre estuve entregada a Dios, El me iba a mandar lo que quería que yo haga, me iba a marcar el camino, siempre me apoyé en la fe. Cuando tomé la decisión de hacer esto, ¡me puso delante a la persona indicada! Un señor vino y me dijo: ‘Yo he pensado hacer algo para mi Dios también, porque El me ha dado mucho, y yo creo que ya es mi turno de darle gracias, tú planéalo, dime lo que te va a costar y listo’, y lo hizo. El me dio toda la mano, así como ahora ayudan los familiares que se turnan para venir aquí; yo quiero que estén involucrados, que sigan el desarrollo de los niños, que pongan su parte, su esfuerzo, es realmente importante. Si por razones de trabajo les es imposible mandar a algún familiar, nos mandan frutas, las que quieran, pero eso nos ayuda mucho también.” El terreno fue donado por las monjitas de la orden de los Palotinos, junto a la Iglesia y al Colegio de la Inmaculada; los menonitas de la zona, especialistas en la construcción de cabañas de madera, fueron los encargados de construir la casita y así comenzó a funcionar el Comedor en el año 2006, apenas 2 años después del trasplante de Alicia.

Alicia mantiene una rigurosa disciplina en el Comedor, los niños se ordenan antes de entrar y se van sentando en los lugares preparados según las edades. El lugar es pequeño y no admite demasiado movimiento, con lo cual el comportamiento es muy importante. Logra milagrosamente que todos estén sentados para prepararse a rezar y recién comienza cuando están todos listos, con las manos juntas y los ojos cerrados. No se le escapa ni uno, y por sus nombres le recuerda a uno que levante la cabeza, a otra que se siente y a otro que deje de hablar. Comienzan a rezar todos juntos al unísono en inglés con sus tiernas vocecitas. Sólo al terminar pueden empezar a comer, y eso nos sorprende, recordando el hambre que uno sentía al salir del colegio. Las madres se mueven rápidamente rellenando más vasos de jugo, corrigiendo modales, alcanzando la banana de postre y lavando los platos. Una vez que todos terminaron, Alicia en su fluido inglés cariñosamente agradece en oración a las madres que han preparado un lugar sano y limpio, una rica comida y tantas otras bendiciones. Podemos ver que todos, aun los más pequeños, entienden esto y lo agradecen de corazón con el respeto que merece.

Alicia también maneja presentes y ausentes en sus planillas, para relevar las necesidades y la seriedad con que se toman este compromiso los niños y los adultos. Tiene videos preparados que les pasa durante la hora de la comida, especialmente para los pre-adolescentes, inculcando valores junto con unos 5 minutos de charla donde refuerzan algún tema o hablan de la película. Esta vez les tocaba el respeto a los padres, así que les recordó la importancia de cuidarlos y protegerlos como ellos lo hacen con sus hijos; mientras les preguntaba qué tareas hacían para ayudar en sus casas y a cada respuesta de ‘yo lavo los platos’, o ‘yo hago las camas’, o ‘yo limpio y barro la casa”, ella les redoblaba la apuesta: “¿Pero lo haces con ganas?” Esas caras eran las más divertidas, algunos realmente lo hacían con ganas, otros se quedaban pensando y otros giraban la cabeza sonriendo.

El amor que se respira en esa casita es inexplicable, realmente se siente ese agradecimiento de poder tener un plato de comida y la compañía de las madres ya que una vez a la semana les toca la suya propia pero los otros días otras cumplen el rol a la perfección. Alicia parece una mamá gallina con sus pollitos, los trata como a sus propios hijos, los cuida y los regaña si es necesario: “A mí me da mucho gusto ver la felicidad que se llevan, como el mandamiento dice ‘Ama a tu prójimo como a ti mismo’; eso siempre me ha motivado porque todo es bendición de Dios. Yo me siento muy agradecida y creo que los niños son el futuro; yo le di lo mejor que podía darles a mis hijos y quiero seguir dándole a estos niños todo lo que pueda. A veces claro que hay problemas que solucionar, pero cuando ellos llegan ya pasó todo; es la felicidad plena de verlos.”

Si bien el Comedor requiere mucha organización y constancia, ahora que el proyecto está funcionando a buen ritmo y a capacidad completa, resulta un factor indispensable tirar todos del mismo carruaje, simplificando el trabajo. El grupo de padres está comprometido con el proyecto y forma parte del mismo transformando su tiempo, esfuerzo y entrega con resultados visibles en los niños. El trabajo de ambos lados logra resultados extraordinarios, vinculándolos a través del esfuerzo común fortaleciendo el proyecto y comprometiéndose entre sí. No cabe ninguna duda que las bases están bien asentadas para seguir funcionando con todo lo que aprendieron en estos 7 años, y siguen aprendiendo, mientras la red se hace más amplia y resistente.

Mientras cada uno se despide y le agradece a ‘Miss Martin’ -como la llaman-, ella los saluda a cada uno con su nombre recordándonos: “Y pensar que yo me quejaba de tener que volver a este pueblo, ¡no quería! Pero la vida me hizo callar, porque fueron mis hermanas que por suerte vivían aquí, quienes me pudieron cuidar esos 6 meses de recuperación en cama, 2 veces, ¡tengo tanto por agradecer! Y todo se puede hacer, sólo hay que actuar con convicción, proceder como si ya lo hubieras conseguido porque muchas veces hay caminos que ni a uno se le ocurren hasta que aparecen.

A punto de robarles la comida... Con Alicia

Los medianos se diviertenAgradeciendo la comidaLa casita de la Inmaculada House of Mercy miedo a que les roben la comida?

6 comentarios en “Alicia en el Comedor de las Maravillas

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