Alicia en el Comedor de las Maravillas

Antes de empezar...

Es fácil organizar una comida con niños cuando son 3, 4 o incluso 5, pero ¿si son 50? Alicia parece ser la madre o la tía de cada uno, porque sabe los nombres de cada uno y a todos trata con igual cariño. La “Inmaculada House of Mercy” (Casa de la Inmaculada Misericordia) en Orange Walk, Belice, es el hogar de cada uno de esos cincuenta niños cada mediodía gracias al esfuerzo y dedicación de Alicia; ella es organizada al extremo, nada escapa a sus planillas y nadie se sale con la suya comiendo sin haber rezado o sin lavarse las manos. Nos habla en español, pero a los niños en inglés; entre ellos se escucha una mezcla de idiomas que nos desconcierta: entienden ambos, en sus casas generalmente se habla español pero en el colegio sólo se habla inglés que es el idioma nacional por haber sido colonia inglesa hasta hace 32 años.

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Sembrando huellas

con Hna Mariela y coordinadores

Para saber cómo es la Hermana Mariela, sólo necesitamos preguntarle a sus alumnos de 17 y 18 años que comparten con ella diversas actividades en el grupo ‘Huellas de Caridad’, para que instantáneamente brotaran varias frases al unísono: “Ella deja huellas”, “Es ultra-mega sencilla, humilde; ayuda y se entrega totalmente hasta llegar al final”, “Nos pide que demos el 101%”, “Aunque no tenga con qué, hace lo imposible, tiene una clara necesidad de servir”, “Ella es: Amor al Prójimo”. En pocas palabras nos dijeron lo primero que se les vino a la mente, con una alegre y fresca espontaneidad. Es que con ella, estos jóvenes, vienen viviendo y descubriendo desde 7mo grado la satisfacción de servir al prójimo ocupándose de los más necesitados, trabajando por su comunidad, cuidando, limpiando y rescatando parques y espacios comunes.

Así es la Hermana Mariela, se mueve por las comunidades panameñas vecinas a la ciudad de Penonomé, buscando ayudar a todos los que estén necesitados. Debido a la ancianidad de sus padres, está cumpliendo una licencia de su Congregación colombiana para poder cuidarlos en su pueblo natal. Entrega sus mañanas al Colegio Carmen Conte Lombardo en Churuquita Chiquita, y el resto de su día lo divide entre sus padres y las necesidades de la comunidad. Camina sin cesar, llega como sea a los parajes perdidos a 4 horas de travesía en vehículos 4×4, y allí conoce a cada familia y abuelito de las profundidades del bosque tropical. Durante la semana los grupos preparan las bolsas de mercado y los sábados salen a repartirlas entre los abuelitos más necesitados de las comunidades vecinas. La inmensa alegría de estos chicos al contarnos sus experiencias, deja al descubierto cuánto más uno recibe al dar, que al recibir. Sigue leyendo

«Tengo Sed»

...

Creí que entendía lo que era vivir al servicio de los demás, pero cada nuevo día me demuestra que lo contrario. Creo que cada profesión tiene lo suyo, y uno siempre puede ayudar a los demás esté donde esté, pero sin duda, hay algunos trabajos que son casi exclusivamente de servicio al otro, por amor, mucho más allá de la remuneración. Conocía pocas personas cercanas como mi amiga del alma Carola, una maestra jardinera que para mí es ejemplo de vocación: no se cansa de cambiar pañales de niños que no son hijos ni sobrinos suyos con una sonrisa a cada momento, buscando sacar lo mejor de esos pequeños terremotos, olvidándose por completo de sí misma y ayudando a que se desarrollen felices y únicos. Deja de lado sus preocupaciones, cansancio o impaciencia para ser su luz. ‘Afortunadamente’, los caminos de mi vida me mantuvieron lejos del mundo de la enfermería, con pocas experiencias propias, hasta que mi prima Agustina se convirtió en enfermera; así de a poco me fui convenciendo de que su servicialidad y preocupación por el que tiene al lado hacía tiempo que había sobrepasado los límites de la familia; ella quería ayudar a todos, especialmente en los momentos de mayor debilidad.

En este camino que estamos trazando Compartiendo América, fuimos ampliando nuestros horizontes, conocimos a Cristina de Grávida en Añatuya* y a Susan en Mindo** que también son enfermeras, con una vocación de servicio constante, siempre dispuestas a ayudar al otro, no importa cuán sucio esté o cuán feo huela. Todas ellas son una parte de ese ejército silencioso que se mueve humildemente cambiando el mundo de a poquito con Amor. La Mujer Maravilla existe, no es una sino miles. No llevan ese traje apretado y brillante con corona, muñequeras y botas, sino que intentan pasar desapercibidas, camuflándose entre la gente. Esta vez las descubrimos envueltas en una tela blanca con un borde azul, y una cruz. Sencillas, parecen las hermanitas menores de la Madre Teresa: las Misioneras de la Caridad. Sigue leyendo

Siempre un «Sí»

Susan y Luis

Esta vez fue Gardenia la que protestó, y haciendo un ruido raro combinado con olor a cable quemado, nos obligó a detenernos en “ese” lugar exacto, el miércoles santo. Era justamente en el frente de una encantadora hostería en Mindo, Ecuador un paraíso del bosque subtropical en medio de sierras y nubes. Allí en la puerta, charlamos con Luis, ecuatoriano, casado con Susan, de Estados Unidos, que estaban intrigados con nuestra travesía. A la mañana siguiente, nos invitaron a tomar el mejor café de los últimos 6 meses, y luego nos “autoinvitamos” a conocer su plantación de café orgánico, confirmando nuestra primera impresión: estábamos frente a un matrimonio muy especial. Susan nos habló de muchos proyectos solidarios en Mindo, compartimos nuestra alegría y simpatía por la elección de un Papa argentino y además discípulo de San Francisco de Asís, su santo preferido (¡y el nuestro!). Nos recomendaron conversar con el Padre Ubaldo, quien nos podría orientar con nuestra búsqueda: Alguien que esté cambiando el mundo a través del servicio a los demás. 

Bastaron 3 minutos con Ubaldo para reafirmarlo. ¡Todos los caminos conducen a Susan! Si bien su humildad, sencillez y entrega nos habían impactado, él nos compartió vivencias de una generosidad sin límites, siempre dispuesta a ayudar, a decir “SI”. A cualquier pedido o idea del Padre, ella no lo duda y responde que sí. Siempre estuvo entregada al servicio, siendo voluntaria de un hogar de ancianos a los 13 años y luego al decidir ser enfermera, trabajar en el cuerpo de Paz, enseñando música a niños, etc. Sólo verla atender una mesa de sus huéspedes refleja su vocación de servicio: su español ecuatoriano adquirido con los años y su inglés nativo emanan una calidez particular.   Sigue leyendo

“Mi Caleta de Tareas”

Estrategas...

No es fácil encontrar el momento y el lugar correcto para sentarse a hacer la tarea, aunque tengamos el escritorio más cómodo del mundo. Para quienes no lo tienen, resulta aún más complicado. A Cristina y a Brian les daba lo mismo apoyar el cuaderno sobre el suelo sucio, que sobre una montaña de papas o yucas; Karla no podía concentrarse porque siempre había habas por pelar o maíz por desgranar. Karen simplemente quería correr y jugar, olvidando su mochila bien al fondo bajo la mesa de las verduras. En el ajetreo del mercado local de Cuenca, Ecuador, entre puestos de frutas, verduras, arroces, jugos y curanderos, muchos niños intentaban encontrar el momento para hacer la tarea, si es que lo lograban.

Jaime Jiménez, nuestro héroe de tan solo 28 años, al ver esta necesidad, puso manos a la obra junto con el grupo de la “Fundación la Escu” (Fundación de laicos escolapios de Cuenca), e hicieron realidad este proyecto que combina el carisma de la educación propio de la orden con una forma especial de acompañar a estos niños, que luego de la escuela, por la tarde debían acompañar a sus mamás al Mercado o a los restaurantes donde trabajan hasta el horario de salida, pasando la tarde solos, o en ambientes no tan saludables. De a poco, preguntando a las mismas madres, coincidieron en que era una buena idea contenerlos y acompañarlos. Así, de a poco fueron sumándose más y más niños todas las tardes a la casa que les prestaba la Parroquia al lado de la Iglesia de San Sebastián, y lo llamaban “Mi caleta de tareas”, que los niños utilizan como término popular para decir ‘Mi casa de tareas’. Sigue leyendo

Por Nuestros Jóvenes del Interior

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Por nuestros jovenes del interior!

En el calor de la ciudad de Santiago del Estero, seguimos sorprendiéndonos con tanta solidaridad. Esta vez el Padre Hernán nos presentó a Gachy y César, un matrimonio de maestros muy especiales. Son jóvenes, tienen 46 y 43 años, y por su casa ya pasaron alrededor de 40 chicos que necesitaban que alguien confíe en ellos y les dé una oportunidad para poder saciar sus ganas de estudiar.

Gachy nos cuenta con tonada santiagueña, que era una “cheta acabada” a los 18 años, y que al encontrarse con una realidad tan dura cuando iban a misionar, empezaron a sentir vergüenza y a cuestionarse ‘¿Por qué hay esta diferencia, por qué nosotros podemos estudiar y ellos no?’ Entonces desde aquel momento no sólo no dejaron de ir, sino que cada vez avanzaban un paso más dentro de las realidades ajenas, saltando la barrera que los separaba y haciendo propias esas necesidades buscando promoverlos como personas. Sigue leyendo