Muchas veces no son lo que esperamos, creemos o imaginamos, como bien dice la canción, pero nos hacen pasar por toda clase de lugares, a veces con paradas inesperadas, alegrías prolongadas y breves suspiros de emoción. Vamos conduciendo hacia nuestros objetivos y la vida nos va sorprendiendo en el camino. Yomaira tiene 41 años y está cumpliendo su sueño, el de ser Profesora. Desde muy chica soñaba con educar a otros, para alejarlos de la pobreza y violencia en la que estaban inmersos. Sin dudarlo, puso manos a la obra y comenzó a dar clases a los niños que no podían acceder a la escuela, mientras pelaba yucas y le daba de mamar a su bebé en su humilde casa del sur de Barranquilla, en el barrio 7 de Abril. Nada ni nadie le hizo perder la esperanza de que algún día, ese anhelo que en parte estaba cumpliendo, pudiera multiplicarse y agrandarse más allá de sus expectativas.
Del otro lado de Barranquilla, en el antiguo y coqueto barrio del Prado, Martha, luego de trabajar como bacterióloga durante muchos años, cuidar a sus 4 hijos, verlos crecer y abrirse camino; quiso buscar otra actividad donde volcar su tiempo. La calurosa y húmeda costa colombiana, se empeñó en juntar a ambas en este barrio marginal, a través de una amiga de Martha que ayudaba periódicamente en el humilde salón comunal que Yomaira había conseguido para dar clases, unos 45 niños en 30 metros cuadrados. Sigue leyendo